Descubre la esencia

Siempre he querido aprender a bailar swing.

Grupo de jóvenes bailando swing en los años 50
Foto:
26/7/2019
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“No significa nada, si no consigues swing” - Duke Ellington

El swing representa ese ideal de enfrentar la vida y bebérsela de un trago. Reír. Deslizarse y entender que no hay que parar en reparos inútiles. Volver a reír. Sentir el compás y desprenderse de los ahogos que, a veces, condicionan nuestro camino. Vivir el momento con pasión. Volar. Dejarse llevar por la improvisación y desconectar con los pulgares de los pies atados a la tierra.

A finales de los años 20 nacía el swing en Estados Unidos como una de las variantes del jazz. Un género nuevo que alcanzó gran esplendor y que servía de excusa perfecta para el disfrute de los amantes furtivos y de aquellos locos que buscaban liberarse de prejuicios en aquel Nueva York en el que algunos hemos soñado con vivir alguna vez y que Scott Fitzgerald supo plasmar con brillantez en El Gran Gatsby.

Mucho ha llovido desde el music hall y, a lo largo del tiempo, el swing ha sabido -gracias a formaciones como Caravan Palace o Parov Stelar- redefinir su sonido acompañándose de beats electrónicos. Un suceso que han visto con buenos ojos las nuevas generaciones que no han dudado en volver a subirse a la pista de baile.

El próximo domingo, 28 de julio, como preludio al concierto que darán Pink Martini y Sister! en Noches del Botánico, la profesora Anabel Núñez nos invita a Vintage Dance Party, un taller de swing -apto para todos los públicos- en el que los primeros que acudan vestidos (de época) para la ocasión, recibirán un regalo de las marcas “El Mono con Pajarita”, “Pajaritas al Viento”, “Pitas, Pitas, Pajaritas”, “La Veintinueve”, “Luka Moon” y “Bad People. Y es que, a través del portal MAD for Swing, Anabel Núñez lleva años promoviendo el Lindy Hop, y la cultura swing en general, con actuaciones que nos ayudan a descubrir este arte tan diverso y atractivo.

Muchos son los que se han enganchado ya a esta erudición y disfrutan de su improvisación y dinamismo. Además, bailar al aire libre en la naturaleza, respirando el fuerte olor a jazmín que esconde el jardín del Botánico, seguro que nos hará sentir nuevas sensaciones que contagiaremos con una sonrisa; la misma con la que el gran Louis Armstrong enamoró al mundo.

Estén preparados ya que, como apuntaba Jorge Luis Borges, “de pronto llegará alguien que baile contigo, aunque no le guste bailar y lo haga contigo porque es contigo y nada más”.  

Nicolás Fernández

Kulturtado

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