Mestizaje. Negritud e impureza. Fronteras – mentales y geográficas – que se difuminan. Todo eso es lo que une al maliense Salif Keita y al zaragozano Santiago Auserón, dos gigantes de la música popular de las últimas décadas. De las auténticas músicas del mundo.
¿Es lo de siempre, o es distinto? Con Santiago Auserón nunca puede ser igual. Quizá se mantenga la esencia, pero difícilmente perdure la forma. Su nuevo proyecto, La Academia Nocturna, revisa algunas de las mejores canciones de su carrera al frente de Radio Futura o como Juan Perro, pero lo hace desde una perspectiva novedosa, dotándolas de atmósferas inéditas, en las que el jazz, el rock, el rhythm and blues o el soul se funden con sones caribeños y con la tradición lírica española. La Habana, Madrid, Nueva Orleans y Chicago unidos en un repertorio eternamente maleable: la última pirueta de un artista que no entiende esto sin desafiarse a sí mismo.
El veterano cantante, instrumentista y compositor maliense Salif Keita es una leyenda de la música africana y mundial. Nunca lo tuvo fácil: nacer albino, considerado como un signo de mala suerte en la cultura mandinga, ya fue un primer obstáculo. También la renuencia de su familia a que se dedicara a la música. Pero la llamada “voz de oro africana” se ganó a pulso su condición de inmejorable embajador de la música de su continente, a la que surte de influencias europeas y americanas en una discografía de casi veinte discos desde 1987, en la que balofonos, yembes, koras, órganos, saxofones y sintetizadores cobran protagonismo y se alían con su inconfundible voz.