Son dos leyendas del rock español. Ilegales y M-Clan. Jorge Martínez y Carlos Tarque. Y sus bandas, por supuesto. Nadie en nuestro país ha sido más independientemente ácido que los primeros. Tampoco nadie ha portado más y mejor la enseña del rock and roll norteamericano y del rock sureño que los segundos.
La voz rasgada y siempre emotiva, la imponente presencia escénica como frontman de Carlos Tarque, y la diestra y versátil guitarra de Ricardo Ruipérez son santo y seña de M-Clan, la banda que celebra sus treinta años de carrera, desde que se formaran en Murcia apelando a la atemporalidad. Canciones que saben a bourbon y a carretera, que evocan los espectros de The Faces, Rolling Stones, Led Zeppelin, Lynyrd Skynyrd o Black Crowes con maestría y honestidad indiscutibles. Desde entonces, son nueve discos de estudio los que han publicado, en los que han contado con productores tan reputados como Alejo Stivel, Nigel Walker, Carlos Raya, y con un historial de conciertos que está entre los más sólidos, fiables y versátiles de nuestra escena, tanto cuando apuestan por su faceta eléctrica como cuando lo hacen por la acústica, como en el que fue su último álbum, En petit comité (2022), grabado en la sala Barts de Barcelona a finales de 2021.
Ilegales están celebrando el cuarenta aniversario de su homónimo álbum de debut, un Ilegales (1983) al que han añadido extras y bonus tracks, pero la carrera de los asturianos es tan diversa, inabarcable, imprevisible y mordaz, que no necesita efeméride alguna para ser revisitada. Si Bunbury, Niño de Elche, Coque Malla, León Benavente, Luz Casal, Loquillo o Andrés Calamaro se prestaron a colaborar con ellos en La lucha por la vida (2022), su último disco, es por algo. Porque han sobrevivido y se ha sobrepuesto a todo. Porque no han mostrado síntomas de obsolescencia desde que emergieran, en aquellos tiempos de la nueva ola, hasta ahora. Porque Jorge Martínez y los suyos son un estilo en sí mismo, y también una forma de ver la vida.
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