El jazz es solo un punto de partida para Cory Wong, compositor y productor de Minneapolis, un músico sin gran relumbrón mediático porque siempre le gustó estar más en la sombra, en formaciones como Vulfpeck o colaborando con artistas de otros palos sonoros, pero siempre dando muestras de una elegancia y un eclecticismo fuera de toda duda. Al igual que el funk es también la piedra filosofal en la que el neoyorquino Cory Henry, se apoya para tramar una obra que sintetiza lo más sensual de la música de raíz negra.
El teclista Cory Henry, nativo de Brooklyn y ex miembro de Snarky Puppy, llega armado de una buena dosis de groove en canciones que, en connivencia con la formación The Funk Apostles, remiten a Stevie Wonder, Steely Dan o Erykah Badu, siempre con su maestría al frente del órgano hammond como signo distintivo. Por algo ha gozado del apoyo de Quincy Jones e incluso participó en Donda (2021), el último disco de Kanye West, en calidad de escritor de uno de sus cortes. El funk más terso es como una religión para él, y su Something To Say (2021), su último trabajo de canciones propias, es el mejor de sus evangelios.
Para el bajista norteamericano Cory Wong, el jazz es como un libro abierto. Uno en el que a él le gusta ir anotando cosas sin alardear. Son las dos cosas que más resaltan en la carrera de este joven de Minneapolis: su ausencia de prejuicios y su discreción. De lo primero da buena fe su música, una síntesis de jazz, rock y funk, en la que jugaron el mismo papel Pat Metheny o John Scofield como Red Hot Chili Peppers o Primus. De lo segundo, da también buena cuenta que casi siempre ha estado oculto en formaciones, ya fueran Vulfpeck, Dave Koz, Stay Human, The Fearless Flyers, Ben Rector, Dr. Mambo's Combo o Chris Thile. Incluso le dio una vez al new age con el soulman Jon Batiste. De hecho, su estupendo último disco, Wong’s Café (2022), puede ser considerado un trabajo de Vulfpeck encubierto. En cualquier caso, la elegancia y la sabiduría no se le discuten.
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